Una nueva revisión nos hace reflexionar sobre el riesgo cardiovascular de los pacientes con Artritis Reumatoide y su manejo en la práctica clínica habitual.
La Artritis Reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria articular crónica que se caracteriza por afectar a las articulaciones produciendo un daño articular irreversible. Sin embargo, la inflamación sistémica de esta enfermedad puede provocar problemas más allá de las articulaciones y afectar a los pulmones y aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular.
La formación de placas de arterosclerosis (acumulación de grasas y otras sustancias en las paredes de las arterias) es el principal mecanismo de desarrollo de enfermedad cardiovascular en personas con Artritis Reumatoide. El origen es multifactorial y pueden intervenir desde la inflamación crónica, las alteraciones de niveles de los lípidos o grasas en la sangre, la hipertensión, el tabaquismo, entre otros factores que contribuyen a la generación de estas placas de ateroma.
Se ha aceptado ampliamente que la inflamación crónica que se produce en la Artritis Reumatoide puede amplificar el proceso de arteroesclerosis. El riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular en pacientes con Artritis Reumatoide es 1,5 veces mayor que en la población general. Este riesgo se debe en parte por la inflamación sistémica, mientras que los factores de riesgo tradicionales, tales como hipertensión (tensión arterial alta), dislipemia (alteración de los niveles de lípidos o grasas en la sangre), el tabaquismo y la diabetes, también contribuyen en casi el 50% del riesgo total de enfermedad cardiovascular.
Estudios previos han mostrado que la inflamación sistémica juega un papel importante en el mantenimiento de la hipertensión. Tanto la hipertensión como la diabetes son más frecuentes en las personas con Artritis Reumatoide que en las personas sin esta enfermedad. Por otro lado, fumar se ha asociado de forma significativa a puntuación más alta de la actividad de la AR lo que conduce a peores resultados clínicos. Y, por último, los pacientes con AR presentan más frecuentemente alteraciones de los niveles de lípidos o colesterol (HDL y LDL) en sangre, en comparación con la población general. Un mejor control de peso a través de la dieta podría mejorar la carga ya que puede disminuir y mejorar algunos de estos riesgos asociados.
Se ha demostrado previamente que una mayor actividad de la Artritis Reumatoide conduce a mayor riesgo cardiovascular y, por el contrario, se puede esperar una reducción del riesgo cardiovascular a menor actividad de la enfermedad.
La Liga Europea contra el Reumatismo (EULAR), en sus directrices más recientes, recomienda evaluar a todos los pacientes con Artritis Reumatoide sobre su riesgo cardiovascular al menos cada 5 años y con mayor frecuencia si se ha detectado previamente mayor riesgo. La EULAR recomienda utilizar los mismos objetivos de tratamiento sobre los niveles de lípidos y presión arterial que para la población general, enfatizando en las intervenciones del estilo de vida y en la precaución del uso prolongado de AINE y corticoides.
A pesar de estos consejos explícitos y de la disponibilidad de herramientas para el cálculo del riesgo cardiovascular, el cribado en la práctica clínica diaria se realiza de forma deficiente. A menudo, los pacientes con Artritis Reumatoide tienen factores de riesgo no diagnosticados o no tratados como en el caso de la hipertensión (tensión arterial alta) o hipercolesterolemia (niveles de colesterol elevados).
Esta nueva revisión concluye que, incluso hoy en día, los pacientes con Artritis Reumatoide tienen mayor riesgo de enfermedad cardiovascular debido a mayor frecuencia de aparición de factores de riesgo tradicionales (tabaquismo, hipertensión, alteración de lípidos en sangre, diabetes, sobrepeso, etc.) y por la inflamación sistémica. Los avances en el tratamiento antiinflamatorio reducen en parte este riesgo al reducir la inflamación. Sin embargo, el diagnóstico, y tratamiento en caso que se necesite, de los factores de riesgo tradicionales sigue siendo insuficiente.
Por lo tanto, se necesita un control y exámenes periódicos de los factores de riesgo cardiovascular en personas con Artritis Reumatoide para acercar su riesgo de enfermedad cardiovascular al de la población general, según indican los investigadores de esta nueva revisión.