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18 octubre, 2021 in-pacient.es

 

Cada vez disponemos de mayor cuerpo de evidencia sobre los beneficios del ejercicio físico en el contexto de la neuroprotección, prevención y forma de rehabilitación en los pacientes con Parkinson. Por otro lado, cuando analizamos la nutrición y la dieta de estos pacientes vemos que es necesario equilibrar el aporte de ciertos nutrientes y, en algunos casos, complementar con suplementos vitamínicos.

Partimos de la base que una dieta sana y adecuada contribuye a un proceso de envejecimiento saludable y reduce o ralentiza el curso de muchas enfermedades crónicas.

Se han publicado los resultados de una revisión de la literatura científica publicada hasta hoy en la que se valora la relación dieta-ejercicio  y su impacto sobre procesos neurodegenerativos como la enfermedad de Parkinson.

Dieta Mediterránea

Cumplir con una dieta mediterránea comporta beneficios como enlentecer el envejecimiento, reducir el riesgo de ciertas enfermedades y ralentizar la progresión de enfermedades crónicas.

La dieta mediterránea es rica en verduras y frutas frescas, cereales, legumbres, aceite de oliva, frutos secos, quesos y yogures, pescados y mariscos y, por otro lado escaso consumo de dulces, huevos, carnes (especialmente ternera) y grasas animales.

Vitaminas

Estudios previos han demostrado que el uso de levodopa aumenta la demanda de Vitamina B y de ácido fólico, de ahí la importancia de una nutrición planificada y adecuada a los pacientes con enfermedad de Parkinson.

La vitamina A, C y E protegen a las células nerviosas contra los efectos nocivos de la inflamación. Por lo tanto es aconsejable incluir frutas y verduras frescas en la dieta.

La función cerebral y la vitamina D están estrechamente relacionadas. Un porcentaje muy elevado de la población española tiene deficiencia de vitamina D, a pesar de nuestro maravilloso clima y nuestra alimentación mediterránea. La exposición al sol y los suplementos de esta vitamina pueden minimizar el riesgo o prevenir la aparición de muchas enfermedades como enfermedad de Parkinson, hipertensión arterial, aterosclerosis, varios tipos de cáncer, etc.

Ejercicio físico

Se ha demostrado en diferentes estudios que el ejercicio físico entre moderado y vigoroso puede ralentizar la progresión de la enfermedad de Parkinson. El entrenamiento regular no sólo aporta beneficios físicos, sino que va más allá. Disponemos de estudios en los que se ha demostrado que el ejercicio físico mejora el rendimiento cognitivo y tiene efectos positivos a nivel psicológico, es decir, mejora la capacidad de atención, la depresión, la ansiedad, el estado de ánimo, etc.

Un entrenamiento regular puede mejorar la fuerza muscular, la flexibilidad, el equilibrio, la velocidad al caminar, la movilidad, la capacidad funcional, el rendimiento físico y las actividades de la vida diaria. Estos efectos sobre el funcionamiento físico pueden llevar a una mejora de la calidad de vida después de solo 6 semanas de entrenamiento.

 

En conclusión, hasta el momento muchas investigaciones muestran los efectos positivos sobre la enfermedad  de Parkinson del ejercicio físico y de una dieta adecuada. Teniendo en cuenta la variabilidad de cada individuo, la presencia de otras enfermedades y la gravedad de la enfermedad de Parkinson, es difícil determinar un patrón de dieta y ejercicio común que sea eficaz para todos.

Actualmente disponemos de datos suficientes para poder realizar recomendaciones sobre una nutrición saludable y los pacientes podrán también elegir un estilo de vida que pueda influir en el progreso de su enfermedad.

Disponer de un plan de ejercicio regular y una dieta sana y equilibrada puede ralentizar la progresión de la enfermedad de Parkinson y reducir el riesgo de su desarrollo en personas sanas.

Según todo lo expuesto  se sugiere que la combinación de una dieta equilibrad y la práctica de ejercicio de forma regular es el tratamiento no invasivo más efectivo a día de hoy.

 

Chromiec PA et al. The Proper Diet and Regular Physical Activity Slow Down the Development of Parkinson Disease. Aging Dis. 2021 Oct 1;12(7):1605-1623.

 

 

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