
Tanto la Colitis Ulcerosa como la enfermedad de Crohn son afecciones inflamatorias crónicas que engloba la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII). Para muchas personas la EII representa una carga adicional durante su vida debido a mayor necesidad de intervenciones médicas y quirúrgicas.
La EII puede tener un impacto negativo sobre las relaciones interpersonales, las actividades de la vida diaria, la participación social y el bienestar mental. Y, por otro lado, aunque la mayoría de los pacientes con EII mantienen el empleo después del diagnóstico de su enfermedad, la EII se asocia a mayor tasa de desempleo y mayor número de bajas laborales, en comparación con la población general. De hecho, estudios previos nos han informado que la depresión y la ansiedad son dos entidades que se presenta con mayor frecuencia entre la población con EII en comparación con la población general.
Se han publicado los resultados de un nuevo estudio que contó con la participación de más de 19.000 pacientes con EII y con un grupo de control con más de 76.000 personas sin esta enfermedad, bien emparejados en relación a la edad y género.
Según los resultados de este estudio, los trastornos depresivos son más comunes entre las personas con EII que en el grupo de control y los episodios de ansiedad se presentan más frecuentemente entre los pacientes con Colitis Ulcerosa.
Los pacientes con EII acuden más frecuentemente tanto a su médico de cabecera como a los servicios de urgencias. Y, consecuentemente, estos pacientes utilizan más frecuentemente medicamentos antidepresivos y ansiolíticos, asociándose a un mayor número de bajas laborales.
Los medicamentos antidepresivos y ansiolíticos son efectivos para los trastornos del estado de ánimo en pacientes con EII. Sin embargo, estos fármacos son solo un elemento de la atención integral de estos pacientes. Se sabe que solo una pequeña proporción de los pacientes con EII tienen acceso adecuado a tratamientos o intervenciones psicológicas basadas en la evidencia.
Los investigadores de este estudio concluyen que: tanto los trastornos depresivos como la ansiedad son más frecuentes en las personas con EII que en aquellos que no padecen esta enfermedad. Consecuentemente, estos pacientes usan más fármacos para controlar estos trastornos psicológicos y necesitan mayor número de visitas tanto en atención primaria, como en el servicio de urgencias y tienen mayor número de bajas laborales.
Todo esto sugiere que intervenciones psicológicas basadas en la evidencia pueden ser especialmente importantes y valiosas para ayudar a las personas con enfermedad de Crohn o Colitis Ulcerosa.