Los pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal, Crohn o Colitis Ulcerosa (EII) relacionan la dieta y con los síntomas de esta enfermedad, pero pocos estudios han examinado las creencias y las prácticas alimentarias de esta población.
Este mes de enero se ha publicado un estudio que se considera una de las mayores encuestas a nivel europeo sobre este tema. En él participaron 400 personas con EII de una media de edad de 48,5 años. El 39% con enfermedad de Crohn y 51% con Colitis Ulcerosa.
De esta encuesta extraemos los siguientes resultados:
- Casi la mitad de los participantes consideraron que la dieta podría ser un factor desencadenante de la EII y más de la mitad consideró que el tipo de alimentación podría ser el que provoca la aparición de un brote.
- Más de la mitad de los participantes modificaron su dieta después del diagnóstico de EII con restricciones de ciertos alimentos en mayor o menor grado.
- El 60% de los participantes informó del empeoramiento de los síntomas con ciertos alimentos. Tres cuartas partes consideran que la EII afecta al apetito y más en situación de brote.
- Entre el 15-45% evitan alimentos picantes, grasos, frutas, verduras, alcohol, leche y bebidas gaseosas. Estos alimentos también se evitaron durante el periodo de brote.
- Cerca de la mitad nunca habían recibido asesoramiento dietético formal y dos terceras partes de los participantes solicitan este servicio.
Las personas con EII están en riesgo de ciertas deficiencias nutricionales dado su mala absorción intestinal y posible pérdida de nutrientes. Las restricciones dietéticas pueden tener consecuencias negativas.
Aunque solo se ha realizado un pequeño ensayo clínico, la dieta baja en residuos no demostró ninguna diferencia en los síntomas, hospitalización, necesidad de cirugía y complicaciones. Se acepta por los médicos y los pacientes que una dieta baja en residuos puede ser útil especialmente en brotes graves y en pacientes con Crohn o síntomas de obstrucción intestinal.
Aunque se puede presentar intolerancia a la lactosa en personas con EII, puede que algunas personas tomen sin problemas productos lácteos con bajo contenido en lactosa como el requesón, mantequilla o yogur. Sin embargo el aporte en calcio y vitamina D de los alimentos y el déficit que puede presentarse de estos nutrientes en personas con EII se ha de tener en cuenta y la eliminación total en la dieta de estos nutrientes debe ser dirigida por médicos y dietistas.
El papel de la dieta en esta enfermedad así como la falta de evidencia científica y recomendaciones por parte de los médicos, hace que los pacientes acudan a diferentes fuentes de información para cubrir una necesidad no satisfecha. Sin embargo la información disponible en estos medios no siempre es correcta.
Conclusiones
Los pacientes muestran mucho interés en la modificación de la dieta como parte de la gestión de su enfermedad.
La falta de una base científica sobre la relación de la dieta y la EII y las diferencias en el comportamiento y evolución de la enfermedad entre las personas que la padecen, además de la falta de asesoramiento por los profesionales puede conducir a desconfianza y a que las personas con EII experimenten modas y restricciones en la dieta, pero algunas de estas restricciones dietéticas pueden tener consecuencias negativas.
La formación del paciente en el conocimiento de la enfermedad es un factor determinante en la relación médico-paciente. Además, el asesoramiento dietético ha demostrado ser eficaz en la gestión y prevención de deficiencias nutricionales en personas con EII.
El papel de los nutricionistas y médicos que tratan a las personas con EII podrían orientar a estos pacientes focalizandose en cubrir las necesidades de información y en el comportamiento de la enfermedad en cada individuo contando con su colaboración.
Limdi JK et al. Dietary Practices and Beliefs in Patients with Inflammatory Bowel Disease. Inflamm Bowel Dis. 2016 Jan;22(1):164-70. http://goo.gl/XnggO8